jueves, 4 de noviembre de 2010

"Peligro: La cohesión social se agrieta."

2. Opinión sobre el artículo.


En primer lugar me gustaría destacar la importancia de que en el artículo se aporte una idea clara sobre la diferencia entre la pobreza y exclusión social, ya que inconscientemente tendemos a pensar que son lo mismo, y no es así. Superado este primer escollo, debemos adentrarnos en el estudio del fenómeno de la exclusión social, centrándonos en este caso, en los principales factores que lo afectan según mi punto de vista:

- La posesión de una fuerte red familiar o social: capaz de no sólo de frenar el aislamiento de la persona del resto de la sociedad con su apoyo, funcionando como chaleco salvavidas, sino de mejorar su situación, al actuar como trampolín hacia un mejor futuro.

- La posibilidad de acceso y mejora de la posición dentro del mercado laboral: que afecta a el mantenimiento por parte de la persona de un nivel de vida mínimo, así como a su relación con el resto de la sociedad.

- El acceso a la vivienda.

- La formación: actualmente, además de ser uno de los factores que más influyen en la posterior entrada al mercado laboral, también desempeña un importante papel en el mantenimiento de la comunicación con el resto de la sociedad, a través de la nuevas tecnologías.

- Edad y género: factores cada vez más decisivos en la exclusión social.

- Pertenencia a una minoría étnica u otro tipo de grupo con problemas tradicionales de exclusión.

Tras contemplar todos esos factores, vemos que todos ellos afectan sin excepciones a la mujer, por lo que no es de extrañar que además de una feminización de la pobreza, tal y como se anuncia en el texto, también se de una feminización de la exclusión. A pesar de esta tenebrosa conclusión, tampoco debemos olvidar que son muchos otros los colectivos afectados por este fenómeno, y que cada vez suman más. Entre dichos colectivos, me gustaría destacar también el de los inmigrantes, las personas mayores y los estudiantes, ya que son en pocas palabras, "de poca utilidad, pobres y sin voz".

Siento que mi opinión tenga un carácter tan pesimista, pero no lo puedo evitar. De todas formas, este pesimismo creo yo, no será sino el caldo de cultivo de una revolución a la francesa, (no como la de 1789 evidentemente, que más quisiera yo, sino como la protagonizada por los hijos de inmigrantes hace ya varios años), que quizá pueda venirnos bien. Y es que, no pienso yo que la cohesión social existente hoy día, si es que a eso se le puede llamar cohesión social, sea beneficiosa para ninguno de los perjudicados, así que, ¿por qué no cambiar?

Como fin a esta reflexión, decir que la idea de que "los que no tienen nada que perder, nada pierden", es una equivocación. En el camino de la vida siempre se puede perder algo, aunque no esto sea material, y en este caso por ejemplo lo que está en peligro es el bienestar.

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