- El seguimietno de las necesidades sanitarias o la promoción de la salud, (desde el área de la salud).
- La coordinación del profesorado para el abordaje de las necesidades educativas especiales o la potenciación de la relación entre familia y escuela, (en el ámbito educativo).
- El trabajo con los familiares de pautas educativas normalizadas y de medios sanos de resolución de conflictos, (dentro de la intervención con la familia).
- La orientación formativo laboral y la coordinación con servicios com el SAE, (en el área laboral).
Tras esto, me gustaría añadir algunas de las cuestiones más debatidas en el seminario, como cuál es el momento preciso en el que se debe proceder a la retirada del menor, estando ya seguros de que la situación es de desamparo y que no puede hacerse nada por invertir esa situación. Es éste, un tema espinoso que a pesar de haber sido tratado en múltiples ocasiones, nunca queda aclarado. A este respecto, me gustaría aportar que el educador social debe hacer siempre lo posible por evitar la retirada de menores, empleando todo tipo de recursos, desde materiales hasta humanos, y centrándose sobre todo, en una perspectiva re-educativa. No obstante, una vez que el educador social denote siquiera una señal de desamparo, debería actuar sin remordimientos, en beneficio del menor, aunque ello no implique luego procurar la reagrupación familiar.
Además de esta idea, se trataron otras como las posibles tácticas a emplear para lograr la asistencia de la familia al Programa de Tratamiento Familiar, puesto que éste es voluntario. Entre ellas, la ponente sugería la de insistir a los tutores en los beneficios que la asistencia al programa reportaría a los menores, ya que eran "garantía para evitar su retirada".
Algunos compañeros, vieron en este recurso más que una invitación al programa una claúsula de imposición, al obligar prácticamente a las familias a aceptarlos. Sin embargo, entiendo que esto es a veces necesario para lograr la colaboración de personas que se encuentran en una situación ante la que no saben responder o que muestran un alto nivel de indecisión, por ejemplo. Unido a este último argumento, añadiré el hecho de que la asistencia a estos programas más que voluntaria, debería ser obligatoria, ya que ello posibilitaría un mayor número de intervenciones de carácter preventivo y casi con seguridad, un menor número de retirada de menores por situación de desamparo.
Por otra último, vemos que también se habló de las posibles ventajas o desventajas que puede tener una política de "información abierta" en este tipo de programas, en referencia a la recomendación de la ponente de transmitir a la familia toda la información relacionada con su estado, evolución y posible futuro, como medio de que se involucre más en el proceso de intervención. En mi opinión, ésta es una política bastante acertada para mí, ya que pienso que es en muchas ocasiones la desinformación lo que hace desconfiar a las personas de la labor que se desarrolla desde programas como éste o incluso los propios Servicios Sociales.
3. OPINIÓN PERSONAL.
A pesar de haber vertido ya gran parte de mi visión personal sobre el tema en apartados como el anterior, me gustaría añadir que la ponencia me ha resultado bastante interesante, al considerar el trabajo con infancia y familia uno de los ejes centrales tanto de la Educación Social, como del Trabajo Social. Además, a esto se une mi interés personal por los temas que rodean a la infancia y que, como los programas de corte preventivo, pueden suponer una amplia mejora en su situación actual.
Por otra parte, en lo que respecta al Programa de Tratamiento Familiar en sí, me parece una iniciativa muy acertada por parte de las administraciones, que debería potenciarse aún más, aumentando si es posible la coordinación con otros servicios relacionados como los ETF, o con otros recursos provenientes no sólo del estado, sino de la sociedad civil. Como parte de la potenciación de dicho programa y enlazando con lo que comenté anteriormente, veo adecuado el establecer éste como un recurso obligatorio para aquellas familias con una situación de riesgo moderado, evitando así que puedan escapar a una intervención preventiva gran número de familias que lo necesitan.
En último lugar, me gustaría incidir como siempre, no sólo en la intervención o en la pura toma de medidas, sino en el seguimiento y la evaluación de posibles mejoras de una situación, a fin de favorecer medidas de recompensa como la reunificación familiar, en este caso.