domingo, 19 de diciembre de 2010

Sesión ordinaria, 16 de diciembre de 2010.

Esta sesión, la dedicamos a repasar a través de las lecturas correspondientes, el tema tres, centrado en el estudio del proceso de socialización, los agentes implicados en el mismo y su importancia para la asignatura, que según Almudena, además de estar muy relacionado con ésta, también lo estaba con los contenidos de otras materias.

Comenzaré basándome en el artículo "Individuo y sociedad. Lo innato, lo cultural y el proceso de socialización" de Rafael Merino, en el que se expone en primer lugar el tradicional debate entre los orígenes biológicos o sociales de la conducta, es decir, si ésta es de carácter innato o cultural.
De la corriente del innatismo, que achaca el desarrollo de conductas disruptivas a la herencia biológica, deriva el determinismo social y el pesimismo pedagógico, donde la intervención educativa se torna innecesaria, debido a la imposibilidad de combatir las conductas disruptivas. Esto, puede relacionarse con el conocido mito de Mowli o Tarzán, ya que parecen haberse desarrollados como personas por sí solas, sin necesidad del apoyo de adultos, lo que sería imposible. Por el contrario, desde el ambientalismo se defiende la influencia máxima del entorno y la cultura sobre el desarrollo de hábitos y conductas, lo que en intervención tiene su máxima expresión en la falacia ecológica, que no reconoce la importancia de las características propias de los individuos a la hora de trabajar con ellos.

Como en todo, una vez analizadas estas perspectivas, creo que lo ideal sería reconocer a partes iguales la importancia de ambos factores, tanto en el proceso de desarrollo de la persona como en el de su papel en la sociedad, ya que las personas no podemos evitar las consecuencias derivadas de nuestra genética, así como tampoco somos independientes de los estilos educativos que aprendimos en nuestra infancia. Además, esta visión también nos es necesaria para concebir la posibilidad de cambio y mejora por parte de los individuos, lo que en cierto modo, supone la base de la intervención.

En relación a lo anterior, y en especial a la integración de la persona dentro de una sociedad concreta, como respuesta a la necesidad del ser humano de vivir en grupo, expondremos el concepto de socialización. Éste, hace referencia al proceso bidireccional por el cual el indiviuo aprende de mano de agentes socializadores como la familia o la escuela, los hábitos, comportamientos y conductas necesarias para lograr su incorporación en la sociedad. Por tanto, podemos afirmar, que del resultado de este proceso dependerá casi en su totalidad la aparición o no de fallos en la integración social del individuo y los tipos de acciones interventivas a aplicar.

Por otra parte, observamos que este proceso resulta ser un mecanismo no sólo de integración social, sino también de reproducción, ya que con él las conductas, tanto positivas como negativas, se retransmiten a las siguientes generaciones y con ellas, una determinada cultura y una sociedad.
Con respecto a los mecanismos de reproducción social, vemos que hay dos tipo. El primero de ellos, es el control social, que puede variar desde la simple ridiculizción de conductas desviadas con respecto a la norma, hasta la expulsión o la violencia física contra aquellos miembros que las practican. El segundo, es la adscripción identitaria, que consistente en que los integrantes del grupo lleguen a compartir libremente una serie de valores, señas y símbolos que respetaran sin necesidad de coerción, a través principalmente en la adquisición y desarrollo de roles predeterminados, resulta mucho más eficaz a largo plazo.

Volviendo a la definición anterior, observamos ahora que algunos de los puntos claves de la socialización son, su carácter bidireccional, en tanto que la influencia entre individuo y sociedad es mutua, así como el papel que ejercen los agentes socializadores a lo largo de sus tres etapas:

  1. S. Primaria. Esta fase inicial, es aquella que la persona atraviesa durante sus primeros años de vida y con la cual empieza a ser reconociedo como miembro de la sociedad. Una de sus características principales, es su fuerte carga afectiva, así como la gran influencia que el posee sobre el desarrollo de la identidad por parte del propio individuo, que prácticamente llega a ser lo que los demás hacen que sea.
  2. S. Secundaria. En esta etapa, el individuo ya socializado, conoce nuevos sectores del mundo objetivo o realidades alternativas al círculo familiar del que hasta entonces no había salido. En estos sectores, la socialización deja de basarse tanto en la carga afectiva, para ser implementada a través de técnicas pedagógicas que facilitan el aprendizaje, y el individuo se sumerge en el un sistema jerárquico donde ha de desempeñar un rol o papel determinado. Hemos de destacar, que los efectos de esta socialización, suelen ser menos duraderos y por lo tanto, más reversibles.
  3. S. Terciaria. Propia de nuestra materia. Desde esta fase se insta al individuo a desaprender conductas asimiladas con anterioridad, normalmente de carácter negativo, en favor de otras que posibiliten una mejor integración del mismo en la sociedad. Por tanto, aquí lo que se nos ofrece es resolver las consecuencias de una mala socialización primaria o secundaria, actuando desde las raíces del problema.
Tras revisar estas etapas, vemos que aunque de forma generalizada todos pasamos por ellas, nunca lo hacemos de la misma manera, lo que se conoce como socialización diferencial. Así, en función de la división social a la que estemos sometidos, (sexo, edad, clase o etnia), acabaremos ocupando posiciones diferentes. Esto, puede observarse por ejemplo en los roles desarrollados a lo largo de la historia por hombres y mujeres, que aprenden desde niños con el fin de lograr una mayor integración en sociedad, bien a través de la influencia directa de sus padres o del imaginario colectivo representado en cuentos infantiles pero perversos, como "Blancanieves".


Como hemos visto anteriormente, la socialización es ejecutada por una serie de agentes representados tradicionalmente por la familia, la escuela o el grupo de iguales, a los que actualmente se les suma por ejemplo, los medios de comunicación u otros factores presentes en dentro del tiempo libre y de ocio.

Sin embargo, debido a su importancia, trabajaremos estos contenidos en una entrada posterior y concluiremos ésta, con la imagen de una maquinaria de reloj que representa para mí la complejidad del proceso de socialización, ya que si uno sólo de sus engranajes falla, también lo hace el resultado final.


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